Hemos entendido que nuestra existencia tiene un gran propósito, este es el ayudar a aquellos en los cuales sus edificaciones (en su interior), están caídas, debemos con la ayuda de Dios tenderles la mano y mostrarles que su vida si se lo permiten ellos mismos, puede ser reedificada, así como nos lo dice Isaías 61:4 “todo será levantado de nuevo” para la gloria de Dios.

sábado, 8 de enero de 2011

EL CASO DE JULIANA. Tomado del libro"Los limites del amor" de Walter riso

Recuerdo el caso de Juliana, una jovencita de diecisiete años, que un día llego a su cita semanal con una buena nueva: “¡Voy a salir el próximo sábado con el hombre de mis sueños! ¡Se parece a Leonardo Di Carpio! ¡Es divino!”.Le desee mucha suerte y le sugerí que tuviera cuidado, ya que parte de su problema era una marcada tendencia a crear apegos. Llego semitransportada a la siguiente sesión:

Terapeuta: Por tu sonrisa y la manera de mirar me parece que te fue bien en la cita con Di Carpio.
Juliana: ¡Me encanto! Todas mis amigas me miraban (risa). Se mordían de la envidia.

Terapeuta: Bueno, en principio me alegro, pero entenderás que debo hacer el papel de ave de mal agüero… No quiero que vuelvas a caer en malas relaciones, ¿de acuerdo?
Juliana: Si, si pero todo estuvo bien.

Terapeuta: Convénceme… ¿Nada te molesto?

Juliana: (pensando) No se que decir…algo que no me haya gustado…Bueno, si, pero no vale la pena…
A la hora de pagar, contabilizo todo lo que yo había consumido e hizo dos cuentas, yo pague lo mío y el lo suyo.
Terapeuta: ¿tiene problemas económicos?

Juliana: No, no creo.

Terapeuta: Recuerdo que en una ocasión me dijiste que no te gustan los hombres tacaños… ¿Es tacaño?   
Juliana: Si parece… Reconozco que eso no me gusto, pero no tengo que ser machista. ¿O no?
Terapeuta: No se trata de ser machista, sino de tus preferencias.
¿Qué fue lo que pagaste?
Juliana: Dos cigarros y una ginebra.

Terapeuta: Bien. Haz el esfuerzo y piensa si hubo alguna otra cosa que te disgusto de su comportamiento.
Juliana: ¡Es tan bello!

Terapeuta: Recuerda que ahora es cuando Eros te da un breve compás de espera para razonar. Cuando ya estés flechada, lo cual me parece que será muy pronto, será muy difícil que puedas salirte, si hubiera que hacerlo. Recuerda lo que ocurrió con tu ex  novio…Pensaste que lo ibas a redimir de todos los males y ya vez. Bajo los efectos de la ilusión amorosa todo parece fácil, pero mas adelante, cuando el enamoramiento merme, lo Maravilloso puede convertirse en pesadilla. No quiero que vuelvas a sufrir, todavía estas frágil.
 Juliana: Yo se, yo se…Hubo algo mas “un mironcito”

Terapeuta: ¿Y eso que quiere decir?

Juliana: Le gusta mirar a las otras chicas cuando esta con una.

Terapeuta: ¿Te importo?

Juliana: Si me molesto bastante.

Terapeuta: ¿Qué consejo me darías si yo te contara algo similar?

Juliana: Que ojo con esa mujer…

Terapeuta: ¿Qué vas hacer entonces?

Juliana: Volver  a salir con el. ¡Me encanta!

Terapeuta: Yo se que te encanta, pero te repito: no puedes olvidar que eres muy vulnerable al amor, te enamoras con una facilidad increíble y con este hombre podrías estar corriendo un riesgo alto. No te gustan los hombres tacaños, ni coquetos, sobre todo esto último. Al menos fue una de tus quejas en la última relación.
Juliana: Si, es cierto, voy a tratar de ir más despacio…

Terapeuta: Te propongo algo: si vuelves a ser tacaño o coqueto, dile lo que sientes. Se asertiva. Toca el tema, no lo dejes actuar de esa manera como si fueras una mujer sumisa, porque ya no lo eres. Si fueras capaz de estar con el sin enamorarte, me parecería fantástico, pero, ¿eres capaz?
Juliana: creo que no, el tipo es espectacular. Me parece imposible salir con el sin enamorarme otra vez…
Terapeuta: Simplemente pregúntate si te conviene seguir en el juego. Trata de poner en una balanza el principio del placer y el de la realidad, balance costo/beneficio, como en las dietas. Llevamos seis meses tratando de sanar las heridas que te dejo tu ex. Piénsalo…
Juliana: hagamos una cosa. Mañana me invito a salir de nuevo. Si quiere, vuelvo pasado mañana y hablamos. Le prometo que voy a tener presente lo que me dijo: ni tacañería, ni coquetería.

Dos días después volvió a la consulta. Su estado de ánimo se veía menos exaltado. Se sentó con desparpajo y me dijo: “Volvió a hacer lo mismo y lo confronte”…le pregunte si siempre era tan meticuloso con el dinero, a lo cual me contesto que las grandes fortunas se hacen cuidando el centavo. Eso me impacto, porque mi abuelo dice lo mismo. Y cuando le pedí que se concentrara en la conversación conmigo y dejara de mirar a cada chica que pasaba, me respondió: Te voy a dar un consejo, no te enamores de mí porque las que lo han hecho han sufrido bastante. Cretino, entupido. Se me desinflo en un instante.    
     

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